El tesoro más brillante de todos.- CIudad Plateada

Paulo algo sucio y magullado, entra en Ciudad Plateada con sus Pokemon en buenas formas pero él demasiado cansado, no había dormido hace muchas horas y eso le tomaba la cuenta. "Debo hablar con el Profesor Oak" Pensó mientras se dirigía al Centro Pokemon... un chico algo apurado salió de él y se dirigió al norte de la ciudad.
-Cama, a dormirrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!.- Gritó mientras trotaba hacia el centro Pokemón. Entró en él.

El centro pokemon era un verdadero desastre; mesas rotas, sillas apiladas sobre las ventanas, escombros por todas partes... Un Chansay corría de un lado para el otro, recogiendo los escombros y guardandolos en una bolsa de basura que ya alcanzaba proporciones ridículas, la cual sostenía sobre una sola mano. No muy lejos, estaba un anciano y la Enfermera Joy, ayudando a barrer y ordenar. Al oírte entrar, Joy te dirige una sonrisa hermosa y simpática, pero que también reflejaba su cansancio.

-Bienvenido al Centro Pokemon de Ciudad Plateada. ¿Te puedo ayudar en algo?- dijo, mientras dejaba la escoba a un lado.

Paulo no pudo evitar pensar "Son todas las Joys iguales?"
-He..... por favor, tráteme como a un Pokemon y hágame dormir hasta que esté recuperado.- Suplicó casi sin ánimos por el cansancio.- Mis compañeros también deben dormir un poco, salvo Kabuto que se desmayó desde que lo conocí.- Dijo Paulo sonriendo.- Si me ayuda luego la ayudaré a ordenar este caos, mi madre decía que siempre hacía bien el aseo.... Soy Paulo, de Isla Canela.

La Enfermera Joy le sonrió a Paulo. Saco de detras del mostrador una bandeja para pokeballs y se la acercó.

-Deja aquí tus pokemon y yo me encargaré. Puedes subir al segundo piso, aún hay habitaciones pero me temo que ninguna esta en demasiado buenas condiciones. La mejor es la 24-A; está desordenada, pero al menos la cama no está rota.

Joy le entregó con amabilidad un par de llaves a Paulo, luego llamó a un par de Chanseys que se llevaron la bandeja, y la enfermera Joy volvió a la limpieza.

Paulo entró en la habitación y sin ganas de revisarla ni limpiarla se tiró a la cama y durmió..... durmió.... y durmió.
Agatha entró en el cuarto, estaba de noche y unas flamas azules la rodeaban... <<Ahora deberás mostrar cuánto vales... muriendo>> Dijo y se convirtió en un gengar que te abrazó todo el cuerpo....
Sus ojos se abrieron.... su cuerpo le dolía por el esfuerzo de la noche anterior, pero el sueño estaba lleno de cosas horribles... era mejor evitarlo, no se sentía demasiado cansado.
Salió de la habitación pensando en Kabuto... "Cómo habrán sobrevivido tanto tiempo? de dónde vendrán los Pokemon?"

La enfermera Joy pareció leerle la mente.
- Paulo ¿verdad?-lo llamó en cuanto bajó de las escaleras -Tienes pokemon muy poco comunes... Ese Kabuto...¿lo regeneraste de algún fósil? Los pokemon revividos siempre tienen pequeñas marcas, producto de los lugares en los que la cadena de ADN se a deteriorado, pero el tuyo no parece tener esas marcas, lo cual me resulta muy extraño...

Paulo, sin desear relatar lo sucedido con Agatha respondió:
-Vengo de la Isla Canela, como le dije anteriormente, un conocido criador Pokemon cruzó a dos Kabutops resucitados y de eso nació este pequeño... es muy asustadizo, verdad?.- Dijo tratando de cambiar el tema.- Y cómo están mis otros amigos? me preocupa Bob, no ha tenido descanso desde que comenzamos en Pueblo Paleta.

La enfermera Joy pareció satisfecha con la explicación, asi que no hizo más preguntas sobre el tema.
-En general tus pokemon están bien; bulbasaur y spearrow están algo estresados, así que te pediría que te quedes aquí hasta que ellos se sientan mejor.

Paulo sonrió.
-Eso me deja con Kabuto e Eevee, me bastarán por ahora, necesito entrenarlos.- Miró el teléfono del rincón.- Ese teléfono sirve para llamar al profesor Oak?.- preguntó mientras Chansey aparecía con sus 2 pokemon pedidos.

-Claro, llamalo si lo necesitas, pero no te demores demaciado, hay más entrenadores que porían necesitar usar el telefono-dijo Joy justo antes de moverse para atender un odish que venía muy mal herido.
La enfermera desapareció en el interior del centro pokemon, llevandose al pequeño pokemon en una camilla.

Paulo fue al telefono seguido de cerca por un Chansey, probablemente enviado por Joy para vigilar que no se demorara con el telefono.

Marcó el número memorizado de Oak y espero hasta que apareciera en pantalla.
-Profesor? Hola, soy Paulo, me recuerda?.- preguntó.- necesito hablar con usted sobre eevee.... necesito su consejo sobre cuál de todas sus evoluciones es la mejor... para mi.- Dijo algo tímido.

El profesor aparecía a ratos en la pantalla, pues parecía jugando (o tal vez peleando) contra un Tauros.

-Paulo, eso no lo puedo decir yo. Eevee conlleva una gran decisión, pues como tu mismo notaste, cada evolución tiene sus pros y sus contras.

El profesor Oak salió volando por una cornada que le dió Tauros y no volvió a aparecer en la pantalla hasta luego de un par de minutos. Estaba notoriamente adolorido, pero no parecía haber sufrido daños graves.

-Lo único que puedo recomendarte es que pienses siempre en tener un equipo equilibrado- dijo, mientras se sobaba un brazo- Recuerda que cada elemento tiene debilidades y fortalezas; al enfrentarte a un oponente debes tener en cuenta que puede tener cualquier clase de pokemon, en cuyo caso, es mejor tener un equipo que abarque todo... No puedo decirte a que pokemon deberías evolucionar a tu Eevee, pero puedo hacer esto...-El profesor Oak desapareció unos momentos del monitor- Listo, deberías estar por resibirlas ahora.

Dicho y hecho, en el aparato de teleportación apareció una bolsa grande, que parecía estar llena de piedras.

-En la bolsa que te acabo de enviar encontrarás lo necesario para convertir a tu Eevee en la evolución que tu quieras; espero que elijas sabiamente...¿Necesitas algo más de mi?- preguntó el profesor al otro lado de la línea.

-Gracias profesor!.- Dijo Paulo mirando con codicia las piedras y guardándolas celosamente.- Lo dejaré con Tauros, parece que le da muchos problemas hoy en día, aún guardo su manual básico de entrenamiento y lo usaré ahora para entrenar mis Pokemon.- Dijo procurando no decir "Kabuto" por lo complicado que sería explicar.- Hasta la otra!!.- Cortó.

Se levantó y se puso su gorro, afuera el sol se veía amenazador.
"Ahora debo aprender a respetar a mis Pokemon para que me respeten... y entrenándolos es como demostraré mi respeto" Pensó.
Salió del Centro Pokemon y se dirigió hacia una zona floreada al sur de la ciudad.

-Kabuto, Eevee, vayan!.- Gritó y ambos pokemon acudieron. Kabuto estaba escondido en su caparazón.- Luego tendremos que hablar Kabuto. Eevee, muestrame tus ataques!.- ordenó. Eevee movió su cola rápidamente y luego dió una embestida al aire, al caer, sus patas lanzaron arena hacia atrás y te miró con cara energica.

"Un Pokemon rápido... al fin" Pensó Paulo.
-Genial, muni!, crees poder hacer eso contra algún entrenador?.- Preguntó.- Iremos a la ruta 3, así que descansa mientras. Kabuto... .- dijo acercándose al Pokemon, le hizo cariño en la espalda.- Perdón por sacarte de ese lugar pero... eres tan especial que sé que podrás volver algún día allí, y todos verán lo genial que eres... no te parece genial?.- preguntó tiernamente.

El segundo par de ojos de cabuto, el par rojo, brillo al borde de las lagrimas. Saltó y se arrojó a Paulo en un abrazo, pero debido al duro cuerpo del pokemon, golpeo al joven muy fuerte en el estómago. Luego, para probar su valía, saltó al suelo de nuevo, blandió sus garras y rasguñó el suelo, dejando un delgado corte, luego de la oscuridad de su concha salió una lengua muy delgada con la cual toco un segundo a Eevee, al hacerlo Eevee brillo, luego la lengua de Kabuto y finalmente el propio Kabuto. Para terminar, su cuerpo brilló y se endureció. Kabuto levanto sus ojos hacia Paulo esperando una respuesta, pero antes de obtenerla, Eevee le dio un ligero empujón dejando bien en claro que no le gustaba lo que Kabuto acababa de hacerle. pesar de que el golpe no había sido fuerte, Kabuto se escondió de nuevo en su caparazon.

Paulo rió fuertemente.
-Chupón! te llamaré! jajajaja, nunca debes lamer a una dama sin invitarla a un Pococho, no crees?.- DIjo Paulo.- Regresó a Eevee.- Esa fortaleza que demostraste y arañazo se te nota muy fuerte, pero debes superar ese miedo así que desde hoy comienza tu entrenamiento intenso. Para empezar deberás ver todas las batallas de Eevee y aprender de ellas... lo más importante es la disciplina dijo Oak, asi que me deberás hacer caso siempre... debes confiar en mi y ganarás, ¡Te lo prometo!.- Gritó. Luego lo regresó a su Pokeball y caminó hacia la Ruta 3.

Antes de alejarse demaciado, Paulo escuchó un grito a sus espaldas.

-¡Paulo, aguarda un momento!

Se trataba de la Enfermera Joy, que trotaba hacia el muchacho, llevando una especie de caja para huevos, pero más grande. Cuando la enfermera y el chico se reunieron, ella abrió la caja, revelando en el interior dos pokeballs

-¿pensabas irte sin tu Bulbasaur ni tu Spearrow?-le reprochó un poco- Les dimos unos calmantes, asi que ya están mejor, pero no los hagas batallar por ahora...pueden estar algo atontados aún por las drogas.

Le pasó ambas pokeballs a Paulo y luego regresó caminando, pero a paso rápido al centro pokemon.

"No me había olvidado" Pensó. Se guardó las Pokeballs y se fue en dirección a ruta 3.
El sol pegaba fuerte y a lo lejos vió a un Karateka, quien luego pasó por su lado sin mirarlo.... Algo olía raro.